Avanzaba aquel hombre por la calle, lo veía desde mi ventana, venia un tanto arreglado, tenia un traje de color café, pero la camisa desfajada, y la corbata a mitad del pecho, un tanto despeinado, en su mano izquierda tenia la mitad de un cigarro que ocasionalmente llevaba a su boca, en su mano derecha llevaba un ramo de flores, no alcance a distinguir que tipo de flores, y aunque las hubiese visto no sabría decir porque no conozco mucho del tema.
Paso frente a mi ventana, me llamo la atención porque su cara denotaba inseguridad y emoción a la vez, llego a casa de la vecina de al lado, antes de tocar el timbre, saco una cajita, me imagino que eran chicles para evitar el olor a cigarro, se fajo la camisa y acomodo su corbata al cuello, se coloco la mano como si fuese a bostezar, pero no parece estar haciéndolo, creo que esta oliendo su aliento, se acomoda el pelo y toca el timbre.
Suena el teléfono de la casa pero no quiero contestar, no quiero hablar con nadie, se puede decir que soy un poco chismoso, pero prefiero tomarlo como una obra de teatro de la vida real, donde puedo aprender como se hacen las cosas o como no se hacen las cosas.
Vuelve a tocar el timbre, y sale la señora que vive al lado, el hombre pregunta por el nombre de la joven que vive ahí, increíble llevo viviendo tres años ahí y aun no conozco su nombre, quizás nunca me la e topado, la señora le dice no esta, salio, el hombre pregunta que a que hora vuelve, la señora le dice que no sabe, el hombre dice con un tono de decepción, bueno gracias pase una buena tarde y se retira, regresa por el mismo camino, se toma un momento frente a mi ventana, lo estoy viendo desde el segundo piso de mi casa por eso no me tengo que esconder, saca un cigarro lo prende, tira las flores y se va.
Vaya pobre hombre.
