Sofia junto a otro grupo de personas
no tan grande ni tan pequeño
y de muchas edades tanto grandes como pequeños
iniciaron el conteo regresivo:
1...
2...
3...
y al mismo tiempo soplaron y soplaron
con toda la fuerza con la que sus pulmones podían.
De alguna manera creían que crearían una corriente de viento que pudiese derribar las hojas de un árbol.